Leong: Con Calgary escaseando de agua, la ciudad debería hacer su parte y actuar como tal.

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No debería ser una novedad para nadie que Calgary volvió a la Etapa 4 de restricciones de agua al aire libre el 26 de agosto, cuando comenzaron los trabajos de emergencia en una importante tubería de agua averiada que se rompió hace casi tres meses.

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Desde entonces, hemos luchado para alcanzar el objetivo de consumo de 450 millones de litros por día, el volumen de agua que el sistema de la ciudad puede enviar de manera confiable a nuestros grifos, según nos han dicho.

Durante varios días, esa cifra osciló entre 475 y 490 millones de litros y las autoridades han advertido que esto podría acabar agotando los depósitos subterráneos, con todos los peligros e inconvenientes que ello conllevaría.

Y mientras la ciudad continúa exhortando a los habitantes de Calgary a dejar de usar agua al aire libre y adoptar hábitos de ahorro de agua en espacios interiores, los funcionarios deben saber que las acciones hablan más que las palabras.

Un ejemplo de ello es el caso de un par de contratistas que estaban lavando a presión la acera detrás del ayuntamiento el domingo por la mañana.

Le pregunté al hombre que operaba la máquina si estaba usando agua del grifo y me dijo que sí. ¿Y qué pasaba con las restricciones de agua? Me dijo que no se aplicaban y luego señaló un cartel de la ciudad a menos de 20 metros de distancia explicando cómo “estamos usando el agua de manera inteligente”.

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Tuvimos dificultades para comunicarnos y el inglés de este señor no era el mejor. (Se disculpó por ello, lo cual no era necesario).

Un portavoz de la ciudad dijo más tarde que se trataba de una limpieza de seguridad y salud. Se supone que los trabajadores deben recibir carteles para explicar lo que están haciendo y su ausencia se calificó como un “descuido” que se corregirá en el futuro.

Aunque este fue un uso perfectamente razonable del agua tratada, solo puedo suponer que la mayoría de las personas que vieron esto podrían haber reaccionado con cinismo o enojo al ver lo que parece un mal uso del agua justo afuera de las puertas del ayuntamiento.

Cuando se le preguntó si había otra forma de limpieza que no implicara rociar grandes cantidades de agua tratada, el portavoz de la ciudad no tenía esta información a mano.

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Las medidas de conservación no son tan útiles como parecen

Pero no acaba ahí. Si bien la ciudad ha estado utilizando fuentes no potables para regar sus plantas y césped, esto no es tan útil como parece. No todo el mundo va a leer los pequeños carteles en las jardineras que anuncian que el agua utilizada no está tratada.

El riego continuo podría llevar a algunos residentes a preguntarse por qué deberían ahorrar agua cuando parece que la ciudad no lo hace. ¿Por qué no dejar que esas plantas y césped se marchiten junto con los nuestros? Se agradecería una solidaridad más visible por parte del gobierno local.

La última vez que tuvimos restricciones hídricas de nivel 4, después de la rotura original de la tubería principal, se pidió a muchos negocios relacionados con el agua que cerraran. Esto no es así ahora, sin una indicación clara de por qué las reglas son diferentes.

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Y los funcionarios nunca han dado una respuesta directa sobre qué harían si las empresas no redujeran voluntariamente su uso de agua o abusaran de su suministro.

Esta falta de claridad y falta de voluntad para compartir información es desalentadora, sabiendo que muchos de nosotros cumplimos diligentemente con los límites de uso de agua.

El hecho de que estemos cerca en muchos días de alcanzar el objetivo de 450 millones de litros me dice que tenemos suficientes vecinos solidarios y con espíritu cívico que están dispuestos a ayudarnos a superar este mes y evitar los peores escenarios de agua.

Habrá mucho tiempo después para criticar duramente a los políticos y burócratas de la ciudad por permitirnos llegar a esta situación. Por ahora, las personas y las empresas deben cuidarse entre sí y asegurarse de que tengamos suficiente agua para unas cuantas semanas más.

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Dicho esto, la injusticia de ver a algunas empresas e incluso a la ciudad aparentemente usar tanta agua como quieren —y subrayo la palabra aparentemente— no hace nada para alentar a aquellos que no han estado dispuestos a participar en esfuerzos de ahorro de agua.

Si realmente corremos el riesgo de quedarnos sin agua, la ciudad debe empezar por asumir la responsabilidad y obligar a los grandes usuarios no residenciales de agua a hacer su parte.

Los residentes no deberían sentirse solos en esta situación.

rleong@postmedia.com

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